El Teatro

Introducción


Los romanos asimilaron ciertos aspectos de la cultura griega y la integraron a su propia sociedad, en este concepto de absorción interesada se incluyen los modelos de literatura y religión pero también su modelo de ocio. El teatro conformó uno de esos pilares y se convirtió junto con el circo y el anfiteatro en lugar de encuentro y de entretenimiento de todos los estamentos sociales.
Todas las ciudades imperiales gozaron de estos servicios de ocio, muestra de ello son la cantidad de teatros de la geografía hispana, el más espectacular sin ninguna duda el teatro romano de Mérida que persiste aún hoy como centro cultural, por lo tanto cabe resaltar su importancia en los núcleos urbanos que conformaban las principales provincias romanas.

Las representaciones teatrales no sólo se realizaban en espacios designados para ello, sino que también en lugares abiertos dentro de la propia urbe para amenizar el día a día al visitante ocasional o al ciudadano de a pie. Cualquier esquina, cualquier plaza servía de vehículo para mostrar una obra, algunas con un aire grotesco o cómico en clara alusión crítica de la política o de la propia sociedad romana.

El teatro de nivel no gozaba de tanta fama como en la sociedad griega, de hecho no hay tantos autores teatrales en la época romana con la repercusión y reconocimiento de las principales figuras de la tragicomedia helena pero no por ello debemos olvidar reseñar a autores como Ennio, Séneca o Plauto, no obstante las representaciones siguieron siendo en su mayoría adaptaciones de las obras griegas de Aristófanes, Esquilo, etc...

Para explicar como se representaban las obras, debemos primero saber como estaba constituido el edificio y como se distribuían las diferentes partes. Cabe destacar, estimado lector, que los primeros teatros eran una simple estructura de madera similar a los andamiajes que hacemos servir en la actualidad de forma provisional pero hablaremos de los teatros romanos ya plenamente consagrados como estructura civil en el imperio.

La cávea: Era el espacio donde se ubicaban las gradas y los asientos para espectadores. De forma semicircular y construidos en madera, ladrillo o mármol. Los primeros asientos estaban asignados a la élite y/o a la aristocracia romana, cuanto más alto se estaba menos relevancia social se tenía. La cávea disponía de accesos superiores, inferiores y laterales ( que permitían el rápido desalojo de los espectadores. Dentro de esta categoría la subdividiríamos en tres espacios: Ima cavea, que se correspondería con el primer semicírculo más cercano al escenario y por tanto de mayor relevancia social, la media cavea que como su nombre indica serían los asientos de las filas intermedias y la summa cavea que se correspondería con los asientos más alejados destinados a esclavos, libertos o población en general con pocos recursos.

Sobre las gradas había un pórtico perimetral que permetía el acceso independiente de los pisos superiores.

Es muy importante señalar la magnífica acústica de estos espacios mayoritariamente asentados en las pendientes de las laderas, donde era posible escuchar al actor o cantante desde la zona más alejada del graderío. La ingeniería utilizada para tal fin y copiada de los helenos es de un gran ingenio y da cuenta del nivel de especialización en el campo de la ingeniería civil.

Aeditus: Son pasillos de acceso directo a la orquesta y la ima cavea, es decir a la parte noble. Se hallan a cada lado del recinto y de alguna forma permitía que no se mezclaran las clases sociales. Algunas de las puertas de acceso estaban decoradas con ilustres nombres en referencia a su año de construcción.

Praecinctio: Son los pasillos separadores de las tres hileras de gradas y que dan directamente a los vomitoriums o salidas al exterior

Orquesta: Espacio semicircular destinado a los miembros destacados de la ciudad, representantes o autoridades públicas a los que se les colocaban asientos denominados "proedria".  Ellos eran los más afortunados pues podían disfrutar de la obra frontalmente y sin obstáculos.

Escenario (Pulpìtum): Era la plataforma rectangular donde los actores y el coro realizaban sus representaciones. Acostumbraba a ser un podio de madera pero los hay de piedra o mármol.

Proescenio: es justo la parte más cercana al público del propio escenario y donde mayoritariamente se colocaban los actores para representar la obra.

Frontal escénico: Era la superficie que ocupaba la parte trasera del escenario y también la más espectacular, en los laterales habían accesos para la entrada de músicos y coros y varias puertas ubicadas en la mayoría de casos en dos o más plantas diferenciadas, decoradas con columnas, estatuas y elementos decorativos. Bajo el escenario habían diferentes plataformas elevadoras que permitían crear ciertos efectos especiales como el ascenso o la desaparición de los actores.

Porticus post scaenam: Debido al estado en el que se han hallado muchos de los teatros antiguos, el visitante desconoce que realmente en la parte trasera del frontal escénico los romanos construían un pórtico parcialmente cubierto que en realidad era el acceso propiamente y además servía para guarecerse cuando las inclemencias del tiempo retrasaban la obra. Era una estructura rectangular con columnas perimetrales y techada, abierta por la zona central.

 

Los vomitorios eran los túneles de salida y entrada a las diferentes gradas, estratégicamente construidos para desalojar o llenar rápidamente la zona de la cávea. 

Vomitorio del circo de Tarraco a modo de ejemplo constructivo

 

Puesta en escena

 
 

A lo largo de la evolución del teatro romano se crearon diferentes tipos de actores, en la época republicana y principios del imperio los actores seguían las directrices marcadas por el teatro helenístico donde la participación era masculina y sólo podía diferenciarse el sexo del personaje mediante las máscaras que llevaban los actores, siendo estas diferenciadas por su color principalmente el marrón y el blanco. Asimismo, los trajes y los colores indicaban la posición social y el origen, el blanco era para los ancianos, el amarillo para las cortesanas, el traje corto los esclavos  etc...

Todo ello tiene una explicación lógica y se debe a que la mayoría de obras eran ampliamente conocidas por los espectadores y la dificultad para entender algunos de los pasajes hacían que la gente ubicara rápidamente al personaje con echar un vistazo a su indumentaria. En los inicios del teatro romano la mayoría de las obras disponían de un amplio diálogo, llamado diverbia, entre los personajes acompañados por un coro vocal (cantica)y una orquesta que daba la réplica a los actores, no obstante a medida que fue pasando el tiempo las representaciones cantadas llegaron a adquirir mayor importancia ya que era más ameno y fácil para los espectadores entender la trama, tanto fue así que el coro pasó a subir a la escena formando parte principal de la obra y por ello encontramos en época imperial cantores solistas famosísimos que gozaron del beneplácito del público y del propio emperador, y que realizaban por sí mismos todos los personajes de la obra dejando como meros acompañantes a la orquesta y al resto del coro, estos pantomimos se contraponen con otro tipo de actores que surgieron posteriormente y que sólo hacían uso de los gestos y sus danzas para expresar su dolor, su alegría o sus sentimientos dejando únicamente al coro los cánticos.

Los mimos, en oposición a los pantomimos se despojaron de las máscaras tradicionales y crearon un lenguaje mucho más cercano al populacho romano, rozando lo grotesco y lo amoral en algunos casos incluso fueron usados en la época imperial como torturadores de reos ya que en la mayoría de las representaciones acababan con bofetadas entre los comparsas, por ello el emperador obligaba a que cuando finalizara la obra y llegara el momento de torturar en lugar de hacerlo entre ellos un preso formara parte de la representación, llegando incluso en el caso de Domiciano a autorizar a que fueran crucificados.

Queda patente después de lo comentado que la distinción que los griegos otorgaban al teatro fue diferente a la que le dieron los romanos, la razón se debe a que la sociedad romana fue mucho más fiel a los espectáculos circenses y al anfiteatro que a las representaciones teatrales, patente queda en el hecho que los aforos de los teatros rozaban como máximo los 7.000 espectadores mientras que los espectáculos de gladiadores contaban con espacios dedicados para 55.000 personas. También es importante destacar que no existió a lo largo de los siglos una corriente de escritores trágicos ni cómicos en Roma en contraposición a los grandes escritores griegos y que durante dos siglos se continuaron representando obras clásicas helenísticas modificando únicamente los contenidos o la forma de representarlos. Por último, también es una evidencia que la forma de actuar de los mimos muestra la necesidad de equiparar la agresividad demandada por el pueblo romano en los anfiteatros y llevarlos al teatro para satisfacer los gustos menos refinados.

 

 

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