Flavia Maxima Fausta


Poco se sabe de muchas de las mujeres que vivieron durante el conocido como bajo imperio romano, pero acercarnos a sus biografías en cierta manera también nos aproxima a su convulsa política desde una perspectiva diferente a la de los hombres que acompañaron. Sus historias son tan necesarias como transcendentales, pues a través del conocimiento de sus actos entendemos las dinastías posteriores y permiten observar la relevancia que tuvieron en los tiempos con los que les tocó lidiar.
 

¿Quién es?


Flavia era hija de Maximiano, coemperador junto con Diocleciano, y de Eutropia de origen sirio. Flavia por tanto fue hermana de Majencio.
No se sabe demasiado sobre ella, parece que nació en Roma en los últimos años del s.III. A los siete años fue prometida a Constantino I, hijo de Constancio I, este último nombrado César durante la tetrarquía.
La joven Flavia por tanto tuvo que lidiar con los conflictos derivados de la pugna por el poder del imperio. A Constantino I le dio cinco hijos, tres de ellos varones: Constantino II, Constancio II y Constante, posteriormente herederos del imperio de su padre.
 
Posiblemente estamos hablando de uno de los periodos más inestables. La tetrarquía conocida así por la división de poder entre cuatro hombres, dos augustos y dos césares, establecía problemas alternativos en cuanto a las luchas internas y las líneas sucesorias. No fue extraño por tanto que aquellos cuatro hombres pugnaran por mayor relevancia y reconocimiento. Maximiano, padre de Fausta, no fue un gran político durante su gobierno compartido, pero sí un gran militar. Es muy probable que Diocleciano lo escogiera precisamente como cabeza visible de las legiones, garantizando de alguna forma el apoyo militar a su imperio y de hecho fue así hasta que ambos renunciaron de su cargo. 
No obstante, Maximiano había jugado con una vuelta al poder enfrentándose a uno de los nuevos augustos, Constantino. En inferioridad de condiciones vio en la unión de su rival con su hija Fausta, una oportunidad para asegurar su vida y sus propiedades.
 
Lo curioso de Fausta es su posicionamiento. Ante un segundo conflicto entre su padre con Constantino, Fausta apoyó a su esposo en detrimento de su progenitor, siendo ella misma la que posiblemente alertó a Constantino de la intención de su padre de darle muerte en Marsella.  Finalmente Maximiano se suicida obligado por el mismo emperador. No obstante, la lucha por el poder lejos de acabarse continuó con el hermano de Fausta, Majencio, que reclamó el cargo que creía por derecho dinástico tras la muerte de su padre.
La victoria de Constantino sobre Majencio en Puente Milvio condenó a Fausta a observar el cuerpo decapitado de su hermano, rescatado del Tíber. 
Fausta fue nombrada Augusta junto con su suegra Helena, pero los hechos acontecidos en la segunda década del s.IV, la relegaron al olvido. 
Hay varias versiones al respecto, parece ser que fue condenada por Constantino I a morir ahogada en agua hirviendo, pero los motivos que llevaron a esa decisión son algo difusos.
La teoría es que Fausta habría acusado a Crispo, hijo del primer matrimonio de Constantino I y césar desde el 317, de intentar seducirla. Constantino ordenó por tanto la muerte de su propio hijo y heredero por tal afrenta a su segunda esposa. Hay quien apunta que tal acusación permitía que los hijos de Fausta fueran los sucesores legítimos del imperio de su padre. Otros en cambio ven en esa acusación una vendetta por el despecho de Crispo a Fausta, quien estaría obsesionada con su hijastro. La tercera opción es un complot entre ambos, Faustra y Crispo para acabar con el reinado de Constantino. 
Según los cronistas, Constantino I se dio cuenta de que posiblemente era una acusación infundada, condenando a su mujer a muerte y estableciendo la "Damnatio Memoriae" es decir, el olvido institucional en cualquier representación gráfica o escrita para ambos. Este último detalle me parece significativo, ya que si todo se trataba de un bulo lanzado por Fausta no tiene sentido que no reestableciera la imagen pública de su hijo. Sea como fuere el resultado fue trágico.
 
Se ha apuntado la posibilidad que Constantino I adoptara el cristianismo como religión precisamente por la culpa que le atenazaba tras ordenar el asesinato de su propio hijo. No obstante es más que posible que fueran varias las razones, desde la influencia de su madre hasta la necesidad de adaptarse a los cambios religiosos y sociales de su época, sobre todo y especialmente esta última.

Fausta se perdió en la historia, pero aun así su impronta marcó el destino del imperio tras su muerte ya que efectivamente fueron sus hijos quienes heredaron el poder del imperio.
Su tragedia fue la fuente de inspiración de la ópera Fausta de Gaetano Donizetti en el s.XIX.

 

 

Miembro de: